



Con la Salida Procesional Extraordinaria de Nuestra Señora de la Asunción, el domingo 24 de abril, concluían los Actos conmemorativos del II Centenario Fundacional. La abundante cohetería anunciaba un día grande para todos lo cantillaneros.
A las 9 de la mañana en la Iglesia de San Bartolomé se recibieron a las Hermandades y Corporaciones invitadas, desde donde partieron en dirección a la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción, para iniciar la Procesión Extraordinaria. A las 10 de la mañana se ponía en marcha el cortejo que, integrado por la Cruz de guía y faroles, mas de una veintena de Hermandades invitadas, el Simpecado de Gala con faroles, Hermanos Mayores de las distintas Hermandades, Autoridades locales y civiles, Junta de Gobierno y Acólitos, precedían el paso a la Señora. El paso de la Santísima Virgen lucía espectacular. Era impresionante la belleza de la conjunción de las flores, gradiolos y rosas.
Cuando el paso se encontraba a punto de cruzar el dintel de la puerta que la tiene por Titular, los alrededores de su Parroquia eran un hervidero de Asuncionistas y gentes venidas de todos los rincones de España. Sobre las diez y veinte de la mañana la Virgen salió a las calles de su pueblo entre el clamor, el júbilo, los miles de cohetes, ovaciones, exclamaciones y llantos,…, era un momento ansiado por todos. Como cada 15 de Agosto, fue Antonio Santiago y su equipo de capataces el encargado de guiar a la Asunción Gloriosa por las calles de su pueblo.
Alrededor de las 12 de la mañana, la procesión llega a la Asuncionista calle de Martín Rey, donde N.H. sacerdote D. Carmelo María Santana, rezó el Regina Coeli.
Posteriormente en la Plaza del Llano, y ante el Monumento conmemorativo del Dogma de la Asunción, tuvo lugar un Acto Mariano conmemorando la fundación de la Hermandad, entregándose allí a las Hermandades asistentes la medalla recordatoria de la efemérides.
La Reina de Cantillana fue recorriendo una a una las calles de su recorrido extraordinario. Ni un solo momento del día decreció el gentío que acompañó a la Virgen.
Con la caída de la tarde, la Santísima Virgen se disponía a subir la Cuesta del Reloj en una chicotá interminable, abriéndose paso entre una verdadera marea humana y el delirio de los allí presentes.
A las siete y media, aproximadamente, la Asunción Gloriosa volvió a su casa, a su Iglesia Parroquial, de la que es Titular.