Solamente el que ve más allá de lo que pasa, conoce realmente lo que ocurre. Así, todo lo que sucede, si es mirado con el sentido y la orientación correcta, es capaz de alcanzar el sentido que tiene.
Y es que el 15 de agosto es un espejo en el que se pueden mirar muchas cosas.
La cara de las miles de personas que esperaban a la Virgen desde bien temprano. Las mujeres asuncionistas -orgullo del pueblo de Cantillana- con todo preparado en sus casas para recibir a los hijos de la Virgen. El Paso exornado de una forma magistral que año a año demuestra que se puede reinventar la perfección. La bulla ordenada de la Reina que se comporta como tiene que ser, siempre a la altura de las circunstancias. La Junta de Gobierno, incansable y con voluntad de servir a Nuestra Señora. La Función de Iglesia, que viene a resumir el más alto grado de exquisitez y elegancia para los Cultos y sobre todo, para estar con Cristo en la eucaristía.
Ese espejo en donde caben los costaleros, los balcones y las colgaduras, la luz del pueblo que solo tiene el día de la Asunción, la vida que cambia sin más y hace conocer la satisfacción de sentirse Asuncionista.
Llovió, cuando el cielo del Reino de la Asunción, quiso volver a demostrarnos algo, que somos una hermandad que está y se le espera siempre los 365 días del año. Que el 15 de agosto es el día más grande del año, pero que si Ella decide volver antes, se vuelve con Ella, como lo hace la gente de la Asunción, con tranquilidad y sosiego paseando a la Madre de Dios.
Que sí, llovió. Cuando la Virgen sonreía ante el Arco más bonito de la tierra y no se pudo resistir el cielo a expresar su alegría.
La Madre de todos -Asunta por la gracia de Dios- quiso demostrarnos la grandeza de las cosas que no conocemos. Porque para sonreír, hay que llorar y ayer se hizo con orgullo y reconocimiento al comportamiento de todos. Porque para abrazar el corazón, la Virgen solo necesita convertirte. La Virgen atrapa y convierte y es la verdad más grande de este mundo.
La crónica de este año es diferente porque todos los años son diferentes. Tenemos que estar contentos y felices. No hay nada como Ella, lo saben, porque la tienen todos sus hijos en sus casas, como una más de la familia, como eje de una vida que acaba constantemente hablando de Ella.
Mi cielo. Mi niña bonita. Mi expresión más certera de la verdad que nos espera arriba... Gracias. Tú no corres nunca, tú paseas. Tú nunca te marchas, cuando decides volver, te quedas en el corazón para hacernos pensar.
Vuelve a quedar menos y más. Menos tiempo y con más ganas para escoger el 15 como número preferido.
Termino, como sabes que me gusta. Herman@ Asuncionista... Te cuento la verdad, lo que me da la vida, lo que me hace existir. El cielo del Reino de la Asunción tiene un mensaje:
"¡Quién quiera creer que crea
pero a las puertas del cielo
habrá que pasar por Ella!
¡Viva la Asunción Gloriosa!
Crónica del 15 de Agosto.
Álvaro Carmona López
